miércoles, 20 de mayo de 2020

Lo que no perdono

Tras sesenta y cuatro días de aislamiento, relativamente roto hoy, empiezo a valorar los cambios que me resultan llamativos.

La depresión acabó con mi pasión por la música, me hacía imposible escucharla. Era un sufrimiento que no podía añadir al mío propio. En las últimas semanas he recuperado obras, esas obras que dejé de escuchar, obras que durante años escuchaba amparada en mis auriculares hasta el éxtasis, literal. Oculta en mi habitación mi cuerpo era traspasado por cada una de las secciones de una orquesta, por solistas que pulsaban mis fibras como si tocaran un arpa. 


Atonté aquel don, porque estoy segura de que lo es. desde los catorce años me importaba mucho gritar lo mucho que lo odiaba todo, lo mucho que deseaba que ardiera todo. Sólo hubo dos excepciones en aquel periodo, una levísima percepción en cinco notas de la Marcia Funebre.se escaparon como semillas de dientes de león con el solano de julio en la noche y fue muy hermoso.


La segunda vez fue cuando murió mi Eva y me encerré literalmente con auriculares, el Réquiem  de Verdi y el de Dvorak. Sólo deseaba retorcerme para sentir el dolor de la carne y la mente, quería morir como ella, sola como ella, asessinada por un tío y la prensa la llamó puta asesinada en calle Tal. Mi Eva, hasta el día en que me muera, Eva de mis Amores. Tan hermosa, tan inteligente, tan corrosiva, tan pistolera...Eva.


¿A dónde fue la musa? ¿Dónde quedaba un resquicio para la belleza, incluso para el amor?


Sencillamente, debió alejarse horrorizada de los novios que elegí y de mí por elegirlos. A ellos y a mis amantes salvo dos honrosas  excepciones, y es muy triste porque han sido muchísimxs que sólo recuerde con cariño y con plausibles reencuentros a dos. Novios y amantes eran bebés de teta absorbiendo toda mi energía, energía Sturm und Drang anticuada, improcedente al parecer y problemática en una dama destinada a destacar en algún campo del pensamiento historiogrñafico o filosófico. Así estaba atontada, medio babeante sin sentir latir en sienes y tobillos la sangre.


El que quería un matrimonio con asesoría interiorista de la arpía de su madre, el que hasta queriendo ser libertino -¡JA!- suplicaba que no se enterase su novia, bajeza que por otra parte jamás he cometido. Y sobre todo que nadie supiera que le ponía más que nada la penetración anal.Qué ternura. el que no sabía qué era coño y qué oreja, el chulo guardaespaldas al que deseé matar cuando supe quién era su jefe. Aquellos artistas siniestros, copias cutres y provincianas de los cenobitas de Barker y que solían entender por ligar ser amos sádicos co pésima gracia. Tan pésima que uno sellevó un cadenazopor lo terrible del chistecito.


Entre tantos motivos para ser escupida en la cara por las Musas, las Furias,las Parcas y toda deidad femenina justiciera, destaca por su extrema locura el poeta. Un poeta que te escribe un poemario en papel de seda de quinientas hojas y te lo regala porque es en tu honor. Te parece grosero no cogerlo y cometes un disparate. El poeta esta tan loco que interpreta ese gesto como la promesa de que serás la madre de sus hijos. Pero todavía aspira a más.


-Que lo leas entero y le hagas una crítica prolija, digna de tu amor por él y sus ripios.

-Odiarte porque no sólo no te gustan sino que te producen pavor y quieres salir discretamente de la estancia sospechando que ahí dentro, en esa cabecita, vive un Ted Bundy.
-Aliarse con un amigo desconocido para mí para llamarme a casa y decirme cómo me sentaba la ropa que había llevado puesta a la facultad. Me asusté pero aguanté el tipo.
-Para aumentar la tensión, el desconocido empezó a dar detalles de la ropa que llevaba en un bar de noche con amigos y que aquel vestido me lo iba a arrancar como las bragas.

Ahí sí, entré en pánico pero quiso Sherlock Holmes y la telefónía analógica que localizara al desconocido, un miembro del Camino Neocatecumenal amigo del poeta. Había violado a una cría de quince de la comunidad y la presionaron para no truncar la prometedora carrera del mozalbete incontinente de veinticinco años. 


Me presenté en su casa, estaba su padre y le dije que estaría tres años en coma junto con el poeta si volvían a hablarme o mirarme. Se cambiaron de facultad, pero el poeta todavía tenía grandes palabras para mí, que pondré en mayúsculas y falso latín porque lo merecen


NO SABES LO QVE TE HE AMADO Y EL DOLOR QVE ME HAS CAVSADO.


Por sus cojones morenos. Y por mi barrio que me marqué una de Harry el Sucio, "tú procura que no me tuerza el pie en las escaleras porque mis amigos sí saben ser hijos de puta". 


¿Dónde las Musas? ¿Dónde la Belleza? ¿Dónde la carne traspasada?


Pasé años sin sentir. Tras el regalo de Eva, fue la Nada. Nunca más, como si lo hubiera soñado. Busqué en el sufrimiento de mi carne si no el traspaso de la belleza sí el traspaso del dolor. Ni buscándolo con la mente vislumbraba al bellísimo ángel que asiste a la Teresa de Bernini. En el dolor de mi carne estaba yo sola o con algún individuo que, visto en retrospectiva jamás debió tener derecho a tanto a cambio de tan poco o de tanto tan desagradable, que las hemos visto de muchos colores.


Las drogas pueden inducir un Stendahl, no ha sido mi caso aunque intuyo que LSD y Stendahl deben ser una experiencia histórica. De hecho, ni sexo ni dorgas han sido caminos a ese morir donde todo desaparecía y sólo quedaba el sonido mágicamente suspendido, envolviéndome y traspasándome, las mejillas empapadas de lágrimas de felicidad absoluta, la certeza de que aquello era un prodigio y que las palabras se quedaban muy lejos de describirlo. Ni falta que hacía.


Y luego bajé al Infierno, al lugar en el que los aullidos de mil bestias heridas de muertes expulsan fuera de la galaxia toda belleza y todo amor. El dolor lo ocupa todo y crea un vórtice de negritud que absorbe todo lo luminoso que pudiera rondarte.


No, no lo perdono. Ese mérito fue de un monstruo que nos dejó el dolor y una vida para sufrirlo. Él cercenó aquel don por el que me sentía tan agradecida, ese don por el que le cantaba arias a mi hija en el vientre aunque era tan abrumadoramente enorme que nunca supe qué hacer con tanto. Nunca se me ocurrió qué podría hacer yo, qué hubiera podido aportar a las músicas que de pequeña me parecían propias de duendes, hadas y ángeles.


No perdono ese encallecimiento que me ha alejado de la música durante años


Cuando volví a extasiarme fue para crear/recrear la visión que aquel trance me produjo, y no fue con las músicas habituales, fue con Pink Floyd cosa que me parece estupenda pero novedosa porque siempre me pasó con música clásica  


Pero no perdono tanto daño aunque haya vuelto a sentir con relativa intensidad el éxtasis porque lo estoy consiguiendo a pesar de todo, contra todo, por tozudez, porque no me da la gana renunciar a aquel pequeño don que nadie entendía en mi casa. Porque mi cuerpo se queda pequeño y parecería que me voy a disolver atómicamente, chocando contra el sonido, bailando con él, subiendo, subiendo hecha música, hecha estrellas.



Lo estoy logrando, pero que nadie me malinterprete: merece la muerte quien hace tanto daño.


Porny Malone















 

domingo, 1 de diciembre de 2019

lAs favoritAs de Midas

LAS MUERTES CONCÉNTRICAS. Jack London

December 1, 2019 at 2:06 PM
Wade Atsheler ha muerto... ha muerto por mano propia. Decir que esto era inesperado para el reducido grupo de sus amigos, no sería la verdad; sin embargo, ni una vez siquiera, nosotros, sus íntimos, llegamos a concebir esa idea.
Antes de la perpetración del hecho, su posibilidad estaba muy lejos de nuestros pensamientos; pero cuando supimos su muerte, nos pareció que la entendíamos y que hacía tiempo la esperábamos. Esto, por análisis retrospectivo, era explicable por su gran inquietud. Escribo "gran inquietud" deliberadamente.
Joven, buen mozo, con la posición asegurada por ser la mano derecha de Eben Hale, el magnate de los tranvías, no podía quejarse de los favores de la suerte. Sin embargo, habíamos observado que su lisa frente iba cavándose en arrugas más y más hondas, como por una devoradora y creciente angustia. Habíamos visto en poco tiempo que su espeso cabello negro raleaba y se plateaba como la yerba bajo el sol de la sequía. ¿Quién de nosotros olvidaría las melancolías en que solía caer, en medio de las fiestas que, hacia el final de su vida, buscaba con más y más avidez? En tales momentos, cuando la diversión se expandía hasta desbordar, súbitamente, sin causa aparente, sus ojos perdían el brillo y se hundían, su frente y sus manos contraídas y su cara tornadiza, con espasmos de pena mental, denotaban una lucha a muerte con algún peligro desconocido.
Nunca habló del motivo de su obsesión, ni fuimos tan indiscretos como para interrogarlo. Aunque lo hubiéramos sabido, nuestra fuerza y ayuda no hubieran servido de nada. Cuando murió Eben Hale, de quien era secretario confidencial —más aún, casi hijo adoptivo y socio—, dejó del todo nuestra compañía, y no, ahora lo sé, por serle desagradable, sino porque su preocupación se hizo tal que ya no pudo responder a nuestra alegría ni encontrar ningún alivio en ella. No podíamos entender entonces la razón de todo esto. Cuando se abrió el testamento de Eben Hale, el mundo supo que Wade Atsheler era el único heredero de los muchos millones de su jefe, y que se estipulaba expresamente que esta enorme herencia se le entregara sin distingos, tropiezos ni incomodidades.
Ni una acción de compañía, ni un penique al contado, fueron legados a los parientes del muerto. Y en cuanto a su familia más cercana, una asombrosa cláusula establecía expresamente que Wade Atsheler entregaría a la esposa e hijos de Hale cualquier cantidad de dinero que a su juicio le pareciera conveniente, en el momento que quisiera. Si se hubieran producido escándalos en la familia Hale, o sus hijos fueran díscolos o irrespetuosos, habría habido alguna excusa para esta inusitada acción póstuma; pero la felicidad doméstica del difunto había sido proverbial, y era difícil encontrar progenie más sana, más pura y más sólida que sus hijos e hijas, mientras que a su esposa, quienes mejor la conocían la apodaban "Madre de los Gracos", con cariño y admiración. Inútil es decirlo, este inexplicable testamento fue el tema general por nueve días, y hubo una gran sorpresa cuando no se produjo demanda alguna.
Ayer apenas, Eben Hale entró en reposo eterno en su mausoleo. Ahora, Wade Atsheler ha muerto. La noticia apareció en los diarios de esta mañana. Acabo de recibir una carta suya, echada al correo, evidentemente, sólo una hora antes del suicidio. Esta carta que tengo a la vista es una narración, de su puño y letra, en la que intercala numerosos recortes de diarios y copias de cartas. La correspondencia original, me dice, está en manos de la policía. También me suplica divulgar la incontenible serie de tragedias con las que estuvo inocentemente relacionado, para advertir a la sociedad contra el diabólico peligro que amenaza su existencia.
Incluyo aquí el texto por entero.

Fue en agosto, 1899, después de regresar del veraneo, que recibimos la primera carta. No comprendimos entonces; no habíamos acostumbrado nuestra mente a tan tremendas posibilidades. El señor Hale abrió la carta, la leyó y la echó sobre mi escritorio, con una carcajada.
Cuando la hube recorrido, también reí, diciendo: "Es broma lúgubre, señor Hale, y de pésimo gusto." He aquí, querido John, un duplicado exacto de esa carta.

Oficina de los Sicarios de Midas, 17 de agosto, 1899. Señor Eben Hale, plutócrata.

Muy señor nuestro: Queremos obtener al contado, en la forma que usted decida, veinte millones de dólares. Le requerimos que nos pague esta suma, a nosotros o a nuestros agentes; usted notará que no especificamos tiempo, pues no deseamos apresurarlo en este detalle. Hasta puede pagarnos, si le es más fácil, en diez, quince o veinte cuotas; pero no aceptamos cuotas inferiores a un millón.
Créanos, querido señor Hale, cuando decimos que emprendemos esta acción desprovistos de toda animosidad. Somos miembros del proletariado intelectual, cuyo número en creciente aumento marca con letras rojas los últimos días del siglo XIX; hemos decidido entrar en este negocio después de un completo estudio de la economía social. Nuestro plan no nos permite lanzarnos a vastas y lucrativas operaciones sin disponer de capital inicial. Hasta ahora hemos tenido bastante éxito, y esperamos que nuestras gestiones con usted resulten gratas y satisfactorias.
Le rogamos que nos siga con atención mientras le explicamos nuestros puntos de vista. En la base del presente sistema social se halla el derecho de propiedad. Este derecho del individuo a detentar propiedad se funda única y enteramente, en última instancia, en la fuerza. Los caballeros de Guillermo el Conquistador dividieron y se repartieron Inglaterra con la espada desnuda. Esto es verdad para todas las potencias feudales.
Con la invención del vapor y la revolución industrial vino al mundo la clase capitalista, en el sentido moderno de la palabra. Estos capitalistas o capitanes de la industria virtualmente despojaron a los descendientes de los capitanes de la guerra.
La mente, y no el músculo, prima hoy en la lucha por la vida: pero esta situación también está basada en la fuerza. El cambio ha sido cualitativo. Los magnates feudales saqueaban el mundo a sangre y fuego. los magnates financieros explotan al mundo, aplicando las fuerzas económicas. La mente y no el músculo es lo que perdura, y los intelectual y comercialmente poderosos son los más aptos para sobrevivir.
Nosotros, los Sicarios de Midas, no nos resignamos a ser esclavos a sueldo. Los grandes trusts y combinaciones de negocios (entre los que sobresale el que usted dirige) nos impiden levantarnos al lugar que nuestra inteligencia reclama.
¿Por qué? Porque no tenemos capital. Pertenecemos al bajo pueblo, pero con esta diferencia: nuestras mentes están entre las mejores, Y no nos traban escrúpulos éticos o sociales. Como esclavos a sueldo, trabajando de sol a sol, con vida sobria y avara no podríamos ahorrar en sesenta años —ni en veinteveces sesenta años— una suma de dinero capaz de competir con las grandes masas de capital existentes ahora. Sin embargo, entramos en la lucha. Arrojamos el guante al capital del mundo. Si éste acepta el desafío o no, igual tendrá que luchar.
Señor Hale, nuestros intereses nos dictan exigir de usted veinte millones de dólares.
Ya que nosotros somos considerados y le otorgamos un plazo razonable para que lleve a cabo su parte de la transacción, le rogamos que no se demore demasiado. Cuando usted se haya conformado con nuestras condiciones, inserte un anuncio conveniente en el Morning Blazer. Entonces le comunicaremos nuestro plan para transferir el capital.
Es mejor que usted lo haga antes del l° de octubre. Si no es así, para demostrarle que hablamos en serio, mataremos a un hombre en esa fecha, en la calle Treinta y Nueve Este. Se tratará de un obrero, a quien ni usted ni nosotros conoceremos. Usted representa una fuerza en la sociedad moderna y nosotros otra —una nueva fuerza—. Sin odio entramos en combate. Usted es la muela superior en el molino, nosotros la inferior. La vida de ese hombre será molida por las dos, pero podrá salvarse si usted acepta nuestras condiciones atiempo.
Hubo una vez un rey maldito por el oro: su nombre está en nuestro sello oficial. Algún día, para protegernos de competidores, lo haremos registrar.
Quedamos Ss. Ss. Ss.Los Sicarios de Midas.

Tú te preguntarás, querido John, por qué no reírnos de una comunicación tan descabellada. No podíamos dejar de admitir que la idea estaba bien concebida, pero era demasiado grotesca para que la tomáramos en serio. El señor Hale dijo que conservaría como curiosidad literaria la carta, y la metió en una casilla de su archivo. Pronto olvidamos su existencia. Y puntualmente, el 1° deoctubre, el correo matutino nos trajo lo siguiente:

Oficina de los Sicarios de Midas, 1° de octubre, 1899.
Señor Eben Hale, plutócrata.
Muy señor nuestro:

Su víctima encontró su fatalidad. Hace una hora, en Treinta y Nueve Este, un obrero fue apuñalado en el corazón.
Cuando usted lea esto su cuerpo yacerá en la Morgue. Vaya y contemple la obra de sus manos. El 14 de octubre, en prueba de nuestra seriedad en este asunto, y en caso de que usted no ceda, mataremos un policía en (o cerca de) la esquina de Polk y Avenida Clermont.

Muy cordialmente. Los Sicarios de Midas.

Otra vez, el señor Hale rió. Su mente estaba muy ocupada con el trato en perspectiva, con un sindicato de Chicago, sobre la venta de todos sus tranvías en aquella ciudad, así que siguió dictando a la taquígrafa, sin volver a pensar en la carta. Pero de algún modo, no sé por qué, una honda depresión me atacó. ¿Si no fuera broma? Involuntariamente busqué un diario. Allí había, como convenía a una oscura persona de las clases pobres, una mezquina docena de líneas, junto al aviso de un boticario, en un rincón:

Poco después de las cinco, esta mañana, en la calle Treinta y Nueve Este, un obrero llamado Pete Lascalle, yendo a su trabajo, recibió una puñalada en el corazón, de un agresor desconocido, que huyó. La policía no ha descubierto ningún motivo para asesinato.

¡Imposible!, fue la respuesta del señor Hale cuando le leí la noticia; pero el incidente pesó evidentemente en él, pues más tarde, el mismo día, con muchos epítetos contra su propia tontería, me pidió que comunicara el asunto a la policía. Tuve el placer de que el comisario se riera de mí, aunque me prometió que la vecindad de aquella esquina sería vigilada especialmente la noche antedicha. Así quedó la cosa, hasta que pasaron las dos semanas, y la siguiente nota nos llegó por correo:

Oficina de los Sicarios de Midas, 15 de octubre, 1899.
Señor Eben Hale, Plutócrata.
Muy señor nuestro:

Su segunda víctima cayó a su hora, según se planeó. No tenemos prisa, pero para aumentar la presión, desde ahora mataremos semanalmente.
Para protegernos de las interferencias policiales, ahora le informaremos de las ejecuciones poco antes o simultáneamente al hecho.
Esperando que ésta lo encuentre a usted en buena salud, somos Ss. Ss. Ss.

Los Sicarios de Midas.

Esta vez fue el señor Hale el que tomó el diario, y después de breve búsqueda, me leyó esta noticia:

UN COBARDE CRIMEN. Josep Donahue, destinado a una guardia especial en la Sección Once, fue muerto a medianoche, de un tiro en la cabeza.
La tragedia ocurrió en la esquina de Polk y Avenida Clermont, a plena luz. En verdad que nuestra sociedad es poco estable cuando los guardianes de su paz pueden ser asesinados tan abierta y alevosamente. La policía no consiguió hasta ahora el menor indicio de una pista.

Apenas acababa de leer, cuando llegó la policía —el comisario con dos de sus hombres, en visible alarma y seriamente perturbados—. Aunque los hechos eran tan pocos y tan sencillos hablamos mucho, repitiéndonos una y otra vez. El comisario aseguró que pronto se arreglaría todo y que los criminales serían aplastados.
Mientras tanto juzgó conveniente poner una guardia para nuestra protección personal, y una patrulla para vigilancia continua de la casa y jardines. Una semana después, a la una de la tarde, recibimos este telegrama:

Oficina de los Sicarios de Midas, 21 de octubre, 1899.
Señor Eben Hale Plutócrata.
Muy señor nuestro:

Sinceramente lamentamos que usted nos haya interpretado tan mal.
Ha encontrado conveniente rodearse de guardias armados, como si fuéramos criminales comunes, capaces de asaltarlo y arrancarle por la fuerza sus veinte millones.
Créanos: esto dista muchísimo de nuestra intención. Usted comprenderá, después de reflexionar un poco que su vida nos es preciosa. No tema. Por nada en el mundo le haremos daño. Es nuestra política protegerlo de todo peligro y cuidarlo usted con toda ternura. Su muerte no significa nada para nosotros. Si así no fuera, tenga seguridad de que no vacilaríamos en destruirlo. Piénselo bien, señor Hale. Cuando haya abonado nuestro precio tendrá que reducir los gastos. Desde ahora despida a sus guardias. Dentro de los diez minutos del momento en que reciba esto, una joven enfermera habrá sido estrangulada en el Parque Brentwood. El cuerpo se encontrará entre los arbustos, al borde de las senda que va hacia la izquierda del quiosco de música.

Cordialmente Los Sicarios de Midas.

En seguida el señor de Hale avisó por teléfono al comisario. Quince minutos después, éste nos comunicó que el cadáver, todavía caliente, había sido hallado en el lugar indicado. Esa noche los diarios abundaban en chillones títulos sobre Jack el estrangulador, denunciaban lo brutal del hecho y se quejaban de la laxitud policial. Nos volvimos a encerrar con el comisario, que nos rogó mantener al asunto en secreto.
El éxito, dijo, dependía del silencio.
Como tú sabes, John, el señor Hale era hombre de hierro. Rehusaba rendirse. Pero, oh John, esa fuerza ciega en la oscuridad era terrible. No podíamos luchar, ni hacer planes, ni nada, sólo contener las manos y esperar. Semana tras semana, cierta como la salida del sol, venía la notificación y la muerte de alguna persona, hombre o mujer, inocente de todo mal, pero tan muerta por nosotros como si la matáramos con nuestras propias manos. Una palabra del señor Hale, y la matanza habría cesado. Pero él endureció su corazón y esperó; sus arrugas se ahondaron, sus ojos y la boca se afirmaron en severidad, y la cara envejeció. No hay ni qué hablar de mi sufrimiento en ese tremendo período.
Encontrarás aquí las cartas y los telegramas de los Sicarios de Midas y los artículos de los diarios.
También encontrarás las cartas advirtiendo al señor Hale de ciertas maquinaciones de enemigos comerciales y manipulaciones secretas con acciones. Los Sicarios de Midas parecían tener acceso a la intimidad de los negocios y de las finanzas. Nos comunicaban informaciones que ni siquiera nuestros agentes conseguían.
Una nota de ellos, en el momento crítico de un trato, ahorró al señor Hale cinco millones. En otra ocasión nos mandaron un telegrama que impidió que un anarquista exaltado quitara la vida a mi jefe. Capturamos al hombre en cuanto llegó y lo entregamos a la policía, que le encontró encima un poderoso y nuevo explosivo como para hundir un barco de guerra.
Persistimos. El señor Hale estaba resuelto a todo. Desembolsaba a razón de cien mil dólares semanales en servicio secreto. La ayuda de Pinkerton, de Holmes y de un sinnúmero de agencias particulares fue requerida; miles de hombres figuraban en nuestras listas de pago. Nuestros pesquisas pululaban por doquier, con todos los disfraces, investigando todas las clases sociales. Seguían millares de claves y pistas; centenares de sospechosos eran detenidos; y miles de otros sospechosos eran vigilados; nada tangible salió a luz. Para sus comunicaciones, los Sicarios de Midas cambiaban continuamente el método de envío.
Cada mensajero que mandaban era arrestado de inmediato. Pero siempre éstos demostraban ser inocentes, mientras que sus descripciones de las personas que los enviaban nunca coincidían. El 31 de diciembre nos notificaron:

Oficina de los Sicarios de Midas, 31 de diciembre, 1899.
Señor Eben Hale, plutócrata. Muy señor nuestro:

Siguiendo nuestra política —nos halaga que usted ya esté versado en ella— nos permitimos comunicarle que daremos un pasaporte, desde este Valle de Lágrimas, al comisario Bying, con quien, a causa de nuestras atenciones, usted llegó a relaciones tan estrechas. Acostumbra estar en su oficina a esta hora. Mientras usted lee esta carta, respira él su último aliento.

Cordialmente. Los Sicarios de Midas.

Corrí al teléfono. Grande fue mi alivio cuando oí la simpática voz del comisario. Pero, mientras hablaba aún, su voz en el receptor terminó con un estertor, y oí, apenas, la caída de su cuerpo. Luego una voz extraña me dio los saludos de los Sicarios de Midas, y cortó.
Pedí con la oficina pública, para que socorrieran al comisario. Pocos minutos después supe que lo habían encontrado bañado en su propia sangre, y muriendo. No había testigos; no se encontraron huellas del asesino.
En consecuencia, el señor Hale aumentó de inmediato su servicio secreto hasta que un cuarto de millón fluía por sus arcas por semana. Estaba resuelto a ganar. Las recompensas ofrecidas llegaban a sumar más de diez millones de dólares. Tienes aquí una idea clara de sus recursos y de cómo los usaba sin tasa. Decía que luchaba por un principio.
Hay que admitir que sus actos probaban la nobleza de sus motivos. Los departamentos de policía de todas las grandes ciudades cooperaban con él, y aun el gobierno de los Estados Unidos entró en la lucha, y el asunto se convirtió en una de las principales cuestiones de Estado. Algunos fondos nacionales se dedicaron a descubrir a los Sicarios de Midas y todo agente del gobierno estuvo atento. Pero fue en vano. Los Sicarios de Midas golpeaban sin errar en su obra inevitable. Sin embargo, aunque el señor Hale luchaba hasta la muerte, no podía lavar sus manos de la sangre que las teñía. Aunque no era, técnicamente, un asesino, aunque ningún jurado de sus iguales pudiera acusarlo, no era por eso menos causante de la muerte de cada individuo. Como dije antes, una palabra suya habría detenido la matanza. Pero rehusaba decir esa palabra. Insistía en que la sociedad estaba amenazada, que él no era tan cobarde para desertar su puesto, y que era justo que unos cuantos fueran mártires por la prosperidad de los más. Pero la sangre caía sobre su cabeza, y él se hundía cada vez más en el abatimiento y la pena. Yo también estaba abrumado con la culpa de ser cómplice. Niños eran asesinados sin piedad, y mujeres y ancianos; y no sólo eran locales estos crímenes, sino que se distribuían por todo el país. A mitad de febrero, una noche, mientras estábamos en la biblioteca, golpearon a la puerta con violencia. Respondí yo, encontrando sobre la alfombra del comedor esta misiva:

Oficina de los Sicarios de Midas, 15 de febrero, 1900.
Señor Eben Hale, plutócrata.
Muy señor nuestro:

¿No llora su alma por la roja cosecha que recoge? Quizás hemos sido demasiado abstractos en el manejo de nuestro negocio. Seamos ahora concretos. Miss Adelaide Laidlaw es una joven de talento, tan bondadosa, entendemos, como bella. Es la hija de su viejo amigo, el juez Laidlaw, y sabemos que usted la llevó en sus brazos cuando niña. Es la amiga más íntima de su hija y ahora está visitándola. Cuando usted lea esto, la visita habrá terminado.

Muy cordialmente. Los Sicarios de Midas.

Al instante comprendimos lo que significaba. Corrimos por la gran casa, sin hallar a la muchacha. La puerta de su departamento estaba cerrada con llave, pero la hundimos a empujones desesperados, y allí, vestida para la Opera, asfixiada con almohadones, todavía tibia y flexible, yacía casi viva. Deja que pase sobre este horror. Seguramente recordarás los relatos de los diarios.
Tarde, aquella misma noche, Eben Hale me citó, y ante Dios me juramentó solemnemente a quedarme con él y a no transigir, aunque la familia entera fuese destruida.
A la mañana siguiente me sorprendió su alegría. Yo había previsto que la tragedia última le produciría un hondo shock; pero ignoraba aún hasta que punto lo había afectado. Al otro día lo encontramos muerto en su cama, con una pacífica sonrisa en su rostro devastado por la congoja. Murió asfixiado. Con la connivencia de las autoridades se comunicó al mundo que se trataba de un ataque al corazón. Creímos juicioso ocultar la verdad.
Apenas dejé esa cámara de muerte, cuando —pero demasiado tarde— recibí la carta siguiente:

Oficina de los Sicarios de Midas, 17 de febrero, 1900.
Señor Eben Hale, plutócrata.
Muy señor nuestro:

Usted perdonará nuestra intrusión, tan poco después del triste evento de anteayer; pero lo que deseamos decirle puede ser de grandísima importancia para usted. Se nos ocurre que usted pueda intentar escapársenos. No hay sino un camino, en apariencia, como usted sin duda lo habrá descubierto. Pero queremos informarles que aún este único camino le está cerrado. Usted puede morir, pero reconociendo su fracaso. Tome nota de esto: Somos parte y porción de sus posesiones. Con sus millones pasamos a ser sus herederos y cesionarios para siempre.
Somos lo inevitable. Somos la culminación de la injusticia industrial y social. Nos volvemos contra la sociedad que nos creó. Somos los fracasos triunfantes, los azotes de una civilización degradada. Somos las criaturas de una perversa selección social; combatimos a la fuerza con la fuerza. Sólo los fuertes perdurarán. Creemos en la supervivencia de los más aptos. Habéis hundido en la miseria a vuestros esclavos a sueldo y habéis sobrevivido. Los capitanes de guerra, a vuestras órdenes, fusilaron como a perros a vuestros obreros en tantas huelgas sangrientas. Por tales medios habéis durado. No nos quejamos del resultado, porque reconocemos y tenemos nuestro ser en la misma ley natural. Ahora surge la cuestión: Bajo el presente medio social, ¿quién de nosotros sobrevivirá? Creemos ser los más aptos. Vosotros creéis ser los más aptos. Dejamos la eventualidad al tiempo y a Dios.

Cordialmente. Los Sicarios de Midas.

John, ¿te sorprendes ahora de que yo haya huido de placeres y amigos? Pero, ¿para qué explicar? Este relato aclarará todo. Hace tres semanas murió Adelaide Laidlaw. Desde entonces aguardé con esperanza y miedo. Ayer se abrió el testamento y se hizo público.
Hoy fui notificado que una mujer de clase media sería muerta en el Parque Puerta de Oro, en el lejano San Francisco. Los diarios de esta noche dan los detalles del crimen, que corresponden a los que yo conocía.
Es inútil. No puedo luchar contra lo inevitable. He sido leal al señor Hale y trabajé duro. Por qué mi lealtad se premia así, no entiendo. Sin embargo, no puedo faltar a la confianza puesta en mí, ni a la palabra dada. Ahora legué los muchos millones que recibí a sus poseedores legítimos. Que los robustos hijos de Eben Hale obren su propia salvación. Antes que leas esto, habré muerto. Los Sicarios de Midas son todopoderosos. La policía es impotente. Supe por ella que otros millonarios han sido multados y perseguidos del mismo modo. ¿Cuántos?, no se sabe, pues si uno cede a los Sicarios de Midas, su boca queda sellada. Los que no cedieron aún, están recogiendo su cosecha escarlata. El torvo juego sigue hasta el fin. El Gobierno Federal no puede hacer nada. También entiendo que organizaciones similares han hecho su aparición en Europa.
La sociedad está sacudida hasta sus cimientos. En vez de las masas contra las clases, es una clase contra las clases. Nosotros, los guardianes del progreso humano, somos elegidos y golpeados. La ley y el orden han fracasado. Las autoridades me suplicaron que guardara este secreto. Lo hice, pero ya no puedo callarlo. Se ha transformado en cuestión de importancia pública, llena de tremendos peligros y consecuencias, y mi deber es informar al mundo, antes de abandonarlo.
Tú, John, por mi último pedido, publica esto. No temas. El destino de la humanidad está ahora en tus manos. Que la prensa tire millones de ejemplares, que la electricidad lo difunda por el mundo, que donde los hombres se encuentren y hablen, hablen de ello temblando de terror. Y entonces, cuandoe stén bien despiertos, que la sociedad se alce con toda su potencia y arroje de sí esta abominación.
Tuyo, en largo adiós:
Wade Atsheler.

Título original: "The Minions of Midas" (1901)



jueves, 3 de enero de 2019

¿Para qué queremos igualdad cuando podemos tener un Ministerio de la Familia?

Pilar Primo de Rivera saludando a los luceros con unos amigos.

Hermanas en Aker, hoy más que nunca invocamos su nombre porque la reacción tiene ganas de recuperar la infausta memoria y los infames principios y prácticas de Bernardo Gui, y de Jacob Sprenger, el dominico inquisidor que parió ese monumento a la locura llamado Malleus Malleficarum,y he tenido que convocaros ante una noticia de esta política de circo pésimo

Andalucía va a ser gobernada por un tripartito en el que parecen haber concebido la toma del poder con una maratón con mucho doping por el trofeo a la formación más fascista, porque fascista es un término apropiado y porque es más carnavalesco que "autoritario", "ultraconservador" o "populista". Hay más términos para referirse a esta proliferación de grupos, partidos, iglesias, medios y ya gobiernos en función de sus características locales. Aquí, en un alarde de humor involuntario se refieren a VOX como "constitucionalista". Si no es humor involuntario es perturbador que lo que los define sea el amor a esa constitución.

Veamos. VOX se cisca en la constitución salvo en aquello que son remanentes claramente franquistas como la unidad territorial española, la lengua castellana en todo el territorio (lo de que las lengua de las nacionalidades históricas podían volver a recuperar las lenguas que el franquismo intentó aniquilar les resbala porque funciona maravilloamente bien como elemento de polarización para definirse a sí mismos. Esto es, por oposición).

Aparte de españoles y católicos, liberastas por supuesto, son antiinmigración, anticatalanes, antivascos, antihomosexuales, antimusulmanes (pero sí prosionistas, curioso) y, muy especialmente antifeministas. Muy especialmente, con gran cuidado en establecer medidas muy concretas para combatir y, llegado el caso de gobernar, eliminar lo que ellos llaman IDEOLOGÍA DE GÉNERO , término que la Iglesia Católica, Apostólica y Pederasta utiliza para referirse al Feminismo.

VOX  es ese poli malo que produce la sensación de que el otro poli es bueno porque te pega menos o habla contigo después de que el malo te haya roto varios huesos. VOX es el poli malo que hace pensar que el ultramontano Casado y el enloquecido Rivera son "demócratas de toda la vida" aunque, como hemos podido ver, su campaña andaluza era un conjunto de obsesiones y paranoias anticatalanas en las que sólo el supuesto feminismo de la Junta de Andalucía les gustaba como tema a atacar. La corrupción se nombraba de pasada.

Atacar una ley insuficiente que no acaba con los asesinatos machistas, promover las oscuras asociaciones de hombres por la custodia compartida como norma, atacar cualquier medida de igualdad de las personas transgénero, atacar la prevención de embarazos de adolescentes y la transmisión de enfermedades sexuales, atacar la política de cuotas que, claramente insuficiente, era la única medida que nos separa de la absoluta discriminación.

Mujeres republicanas haciendo el paseíllo tras ser rapadas y torturadas por las fuerzas fascistas.

En el programa de VOX hay doce medidas concretas para acabar con toda política de género. Se agrupan en el epígrafe "Vida y Familia" y, como es fácil sospechar, eliminan el género para introducir a la "familia natural", sí, la de siempre, la de pater familias, mujer sumisa e hijos, con plan de natalidad en pro de familias esspañolas numerosas para contrarrestar la invasión de inmigrantes que amenazan esta España cristiana.

Para ellos la violencia de género se llama "violencia intrafamiliar" dejando fuera absolutamente toda violencia contra la mujer por serlo, fuera o dentro de una pareja. Proponen un Ministerio de la Familia porque en su concepción de la Historia cortesía de la Enciclopedia Álvarez, y cito:

 Promulgación de una ley orgánica de protección de la familia natural que la reconozca como institución anterior al Estado (medida número 71)

VOX exige en Andalucía la eliminación de los organismos específicamente dedicados a combatir la discriminación sexual y a salvaguardar a las mujeres en situación de violencia machista. C's y PP se hacen de rogar porque son los polis buenos aunque saben y sabemos que hay pacto, que VOX entra en un gobierno que lo naturaliza, lo normaliza y acepta de tapadillo esas cien medidas que Casado o Rivera aplauden sin disimulo porque están de acuerdo. Besan los mismos anillos, han ahogado desde el PP cualquier pacto al dejarlo sin dotación porque no hace falta poner algo por escrito para hacerlo.

Al tripartito facha de Andalucía les ofende la igualdad, les ofende el feminismo y todo lo que se refiera a fin de provilegios. 

¿Qué, nos ponemos ya manos a la obra? ¿Se ve ya que las mujeres feministas somos su bestia negra? ¿Nos vamos a quedar quietas humillación tras humillación?

Las Akerritas, no.


Mujeres de bien yendo a misa.

domingo, 30 de diciembre de 2018

Como quien tira una piedra y se pone, encima, una venda



Andan los opinadores profesionales alterados. Si asesinan a una mujer, a otra más, encabezan sus diatribas con un más o menos sentido lamento... Que no sirve de mucho cuando a renglón seguido exponen esa serie de mantras que, bien sabemos, terminan arrojando dudas sobre la víctima, sobre las mujeres que cada vez más enfadadas y furiosas, salen a la calle a exigir medidas concretas para protegernos, a nosotras y a nuestras proles. Porque estamos en peligro, porque nuestros cachorros también son objetivo del terrorismo machista cuando el acceso a la mujer se complica o se hace imposible.

Si en lugar de una asesinada es una violada, estos popes del término medio directamente olvidan la compostura para arrojar toda la difamación posible sobre la víctima y comienza entonces la ordalía porque sabemos todas que en los casos de violación la carga de la prueba recae sobre la víctima y no sobre el único responsable: el violador o violadores.

Hermanas, esto no es nuevo. Es de hecho bien conocido históricamente y se ha llamado de muchas y onerosas formas siendo PROBATIO DIABOLICA  el latinajo que más ha cuajado gracias al buen hacer en esta materia de la Santa Inquisición.

Si flotaba atada a piedras en el río, bruja. Si se hundía y se ahogaba, inocente y ese señor rencoroso e iracuando al que llaman Dios Padre, la dejaba entrar en ese reino de asexuación y adoración perruna a un dios con poca o ninguna autoestima por los siglos de los siglos amén.

Si la mujer se mete en casa consumida por el pánico y la ansiedad, loca. Si sale, si intenta recuperar la vida que un desgraciado, o dos, o tres o cinco o treinta intentan destruir, mentirosa, casquivana, siempre sospechosa. Si se resiste a fuer de ser asesinada, candidata cierta a cadáver. Si no lo hace, si decide convertirse en un trozo de carne inmóvil para neutralizar la relación de poder que necesita el violador para consumar su aberrante sexualidad y optar a seguir viva aunque rota, algún juez encuentra que el ambiente era de jolgorio y distensión propia de gentes sin inhibiciones. Las sospechas de que algo así lo diga un togado que va a misa y probablemente sea del Opus Dei o de alguna secta ultramontana de la Santa Iglesia Católica, Romana y Pederasta resultan como poco perturbadoras: sus creencias como poco condenarían tal cosa... Pero no si se trata de creer a una mujer o a cinco cabestros con antecedentes penales, militancia futbolera en su versión más fanatizadas y uniformados en varios casos. Hijos modelo que juran banderan, llevan pistola o fusil de asalto.

Que viva España, que viva el Rey, que viva el Orden y la Ley




Pero a dos tercios de togados en este cortijo ya los conocemos: andan cercanos a besar anillos de obispos y cardenales aunque disculpen y encubran sotanados pederastas (que no pedófilos, como les gusta decir cuando no tienen más remedio), aunque amenacen a las víctimas de sus atropellos impunes, aunque sobornen, aunque insulten a las criaturas a las que su plantilla ha destrozado la vida entera en incontables casos. Llevan tanto tiempo en la impunidad más absoluta que cuando algunas voces tímidas al principio han trascendido sus despachos en los palacios arzobispales para llegar a los juzgados se han mostrado extrañados, se han atrevido a contestar con un "no sabe con quién está usted hablando" o "¿Cómo se atreve a insinuar tal cosa?". Y les sale bien, porque por ahora la inmensa mayoría de casos los ha controlado el jefe romano, que no atiende órdenes ni leyes humanas. Su Reino, hermanas, no es de este mundo. Su teléfono rojo con Dios lo avala, como también los avala el jefe de su Estado supranacional cuando no los retira tras las pretendidas defensas que pasan por vilipendiar lo que ellos llaman IDEOLOGÍA DE GÉNERO, porque el feminismo les ofende en su doble vertiente de reivindicar la igualdad real de derechos entre hombres y mujeres y porque entre las luchas del feminismo y de forma nada despreciable, defiende a todas y cada una de las víctimas de las sotanas lujuriosas que han humillado, atacado, sometido y abusado de niños y niñas desde tiempos inmemoriales. 

El feminismo, hermanas, ataca su privilegio frontalmente y saben de forma inequívoca, cuál es el bloque que tienen enfrente señalando sus miserias, sus delitos y su hegemonía basada en someter al cincuenta por ciento de la población del planeta y a la infancia que educan porque el Estado, el poder temporal, delegó en los monopolistas del poder espiritual, creando allá por el año 800 una alianza cuyo mantenimiento es vital para mantener los privilegios de unos y otros... A costa de nuestro sometimiento.

Es conmovedor comprobar que la espada imperial y el solio papal siguen unidos después de las revoluciones burguesas en su odio a la mujer. Es todavía más significativo que los burgueses que se rebelaron se unan al Imperio y al Papado para que las libertades y derechos que debían liberar al HOMBRE no liberen demasiado a la MUJER y no considere seres humanos íntegros a las criaturas. Eso es burguesía, dominación y posesión. Y en poseer mujeres e infantes se aprestaron a ponerse de acuerdo. En poseer inmigrantes no tienen problemas tampoco: les va la ganancia empresarial en ello y les permite ejercer ese poder repugnante que tanto les gusta. Preguntemos a las temporeras de Huelva si la explotación laboral era mayor o menor que la explotación sexual incluida en el precio de esclavas de su trabajo. 

¡Vaya! No podemos preguntarles porque se ha archivado tan grave causa!

Cuando la mujer se harta, cuando la mujer exige esos derechos que aristocracia e iglesia reservaban para sí entonces, y sólo entonces, resulta que crispamos, resulta que creamos tensión, que polarizamos la sociedad, que creamos un clima de guerra que enfrenta a hombres y mujeres, que queremos venganza, que somos nazis (sí, nos dicen nazis básicamente aquéllos que honran a la División Azul, a los caídos por Dios y por España y a los que piensan que sacar a toda personas asesinada por el fascismo de las cunetas es reabrir viejas heridas que ya están cerradas. )

Nos llaman histéricas porque la mujer loca es un clásico de la literatura y del imaginario cinematográfico y no hay que explicar lo creíble que es una loca. Nos llaman ofendiditas porque nos plantamos ante quien sea para exigirle que retire palabras ofensivas pronunciadas en nuestra presencia, porque hacemos saber que tal o cual personaje público está haciendo caja a costa de humillar, insultar y vejar siempre a los mismos grupos y curiosamente nunca a aquél al que el gracioso de turno pertenece. Ni disimular saben.



Depredadores de débiles. Una masculinidad que se rebela contra sus enemigos frontales siendo el feminismo radical y el movimiento LGTBI los grandes caballos de batalla. Eso es lo que pasa. Y en estos tiempos los ataques al feminismo radical, que pasan en los medios por responder con toda la fuerza de difusiones masivas y seguidores acríticos que se sienten representados por esta caterva de pontificadores que igual publican un premio Sonrisa Vertical (perfectamente heterosexual   y perfectamente machista generalmente) que escriben columnas en L'Osservatore Romano, el órgano escrito del Vaticano; igual insultan independentistas catalanes o jóvenes en Altsasu que a la víctima de una violación grupal; igual hacen una reseña cinematográfica que alaban a tal o cual papa romano porque ser argentino es garantía de apertura. 


Qué paciencia, hermanas. Qué paciencia hace falta para seguir escribiendo y razonando cuando este ejercicio ya los agrede. Imaginad si la acción fuera directa y les diésemos razones para llamarnos feminazis (o femibolches, que la que suscribe, puesta a imaginar escenarios demenciados prefiere el gulag por lo de educar y reinsertar a la cámara de gas, otro gran invento de machos desquiciados y primitivos)

Puede que enloquecieran de desesperación.... O puede que, para variar, nos tuvieran que hablar como verdaderas enemigas de sus privilegios y su fuerza, ciega y bruta. Como ellos.




lunes, 30 de abril de 2018

Hermanas, es la guerra



Asumamos que nos van a llamar victimistas, que nos dirán lloronas, quejicas, flojas, ñoñas y locas. En definitiva, esto es así desde que las mujeres empezamos a exigir los derechos que los hombres, el patriarcado, nos han negado históricamente.

Cualquier mujer con un pensamiento emancipador desarrollado sabe que fuimos brujas durante siglos. Era el diablo quien hablaba por nosotras, era Satanás quien sometía la voluntad del hombre a través de nuestros cuerpos. O nos ahogaban o nos quemaban si flotábamos. La justicia para las mujeres era la ordalía, práctica judía, cristiana y de cualquier religión monoteísta para dirimir si la mujer tiene trato con el Mal.

La ilustración nos convirtió en locas. Era un avance superar la posesión demoníaca y el pacto satánico para ser histéricas en manicomios donde el electroshock, la masturbación forzada, o sea la violación, las máscaras, los baños en agua con hielo durante horas vinieron a tratar tanto el lesbianismo, como la hipersexualidad, como la masturbación. Todo aquello relacionado con la sexualidad femenina pasó al ámbito de la psicopatología como símbolo de la Modernidad rampante. Ya quedaron atrás los tiempos de las ordalías y las hogueras, de las torturas públicas, de la humillación….Pasamos a ser recluídas y eliminadas de la sociedad en nombre de la Ciencia en la que nunca había mujeres. Ellos, los hombres, seguían determinando nuestra capacidad para ser personas integradas en la sociedad como madres y esposas decentes. Siempre decentes o de lo contrario, reclusas, desaparecidas para el mundo toda vez que las propias familias se desembarazaban de la hija que mostraba una sexualidad que sólo podían mostrar los hombres.

Llegamos al siglo XXI y nos encontramos con que el estigma de la locura sigue pesando, y mucho, a la hora de creer la declaración de una mujer ante un juez o ante la policía. Se nos evita como sujetos de debate apelando a la histeria o al feminazismo, expresión que debería significar dientes rotos cada vez que algún macho desubicado pretende zanjar un debate en el que el varón no va a renunciar a sus privilegios sexuales, blindados por ley, blindados por cultura, blindados por mentalidad, férreamente protegidos por todos los estamentos del Estado.

O morimos defendiéndonos de la violencia ejercida contra nosotras o nos llaman putas porque no nos hemos querido jugar la vida. O Nagore o víctima de la Manada, los jueces y el CGPJ, de la televisión y de la práctica totalidad de la prensa, donde los violadores a través de su abogado, ducho en las lides de defender maltratadores reincidentes compañeros de abogacía y convencido valedor de miembros de cuerpos de seguridad del Estado que se divierten de paisano drogando muchachas para violarla en grupo, como si fuera normal, como si el ocio fuera depredar, como si grabarlo para jactarse ante los que no han podido irse de cacería de lo machos que son follándose a una mujer inconsciente por donde quieren y cuanto quieren.

¿Descarnado? Sí, y si pudiera os pondría el video para que vomitárais, para que no os quedara ni una duda de quién sobra aquí y de quién ha sido humillada y ofendida, primero por la piara de cerdos y luego por la piara de jueces. Finalmente, por la piara de un sistema putrefacto y en descomposición que se cae a pedazos y que sólo se mantiene por la fuerza bruta de esos cuerpos de seguridad algunos de cuyos miembros violan mujeres en sus días libres. En un momento de delirio sangrante supimos que el guardia civil condenado era el encargado de asistir a las víctimas de violencia de género en su comandancia.

Decidme si podéis ir tranquilas a buscar seguridad en un cuerpo que le sigue pagando el sueldo una vez condenado, decidme si confiáis en un cuerpo que tiene un violador atendiendo a mujeres rotas por la violencia machista ejercida contra ellas y sus hijes.

Nos han declarado la guerra. Ya estaba declarada pero se disimulaba con la discriminación positiva que ha creado una casta de mujeres que en la práctica trabajan para el patriarcado, porque las víctimas de violencia de género son parte de un ghetto para mujeres pobres del que a veces ya no se puede salir y en el que el Estado puede disponer incluso de les niñes por pobres, por rotas, por abandonadas.


Al menos ahora se ha simplificado el panorama. O estáis con nosotras o estáis contra nosotras. Ya no cabe el término medio.


viernes, 27 de abril de 2018

No es manada, es piara y es mayor de lo que pensáis.

Ayer, tras meses de espera, cosa que nos hacía temer que el asunto iba a hacer sangre, se leyó la sentencia a la mal llamada "manada" puesto que decirles "piara" ya es tratarlos demasiado bien. Tres jueces que no se ponían de acuerdo en si había consentimiento por parte de la víctima, inmovilizada por cinco armarios en un portal, violada repetidamente por donde ellos quisieron y cuantas veces quisieron.

La mujer fue insultada en la vista. Fue humillada con preguntas improcedentes, humillantes y puramente ofensivas. Uno de los jueces llegó a afirmar que era evidente a la vista del video "que no sufrió dolor", una argumentación que estamos hartas de leer con respecto a los toros, que tampoco sufren cuando los rejonean y vomitan sangre.

El abogado de tres de los violadores dio entrevistas donde profundizaba en la clase de golfa que era la muchacha. Se fue con uno, ¿qué quería? No estaba acuchillada, ¿cómo iba a ser violada? No se negó explícitamente cuando era inmovilizada entre cinco tíos que planifican sus salidas con burundanga, centraminas, cuerdas y cloroformo "porque luego todos queremos violar". Ella no dijo no, quizás porque no dejaban de meterle pollas en la boca. Un abogado que tiene en su haber defender a un abogado maltratador denunciado seis veces por su esposa y que gracias a su "buen hacer" fue absuelto. Su  ex esposa debe ponerle velas negras todos los días.

Ella no hizo nada por provocar que la rajasen como a un cerdo ergo consintió aunque fuera un poco, por todo lo cual los tres jueces sentencian:

No fue violación sino abuso sexual según dos de ellos. No fue ni abuso sino robo del móvil según Ricardo Javier González, juez al que querríamos ver por la calle muchas como yo.

Se ríen en nuestra cara, nos insultan, nos humillan, nos niegan justicia... ¿Cuántas opciones nos quedan? Pocas, porque no podemos aguantar un segundo más, porque todas sabemos lo que hemos vivido desde niñas o adolescentes, porque sabemos que a nosotras sí nos pasa, porque sabemos que nos meten mano, que nos insultan si nos negamos a aceptar las chorradas de un ligón, porque vamos con el puño cerrado por la calle, y si podemos, con un puño americano, jugándonos una detención si nos pillan los agentes de la ley, otro eslabón necesario en este estado podrido de cosas.

Cinco machos violaron en Pamplona a una chiquilla incapaz de temer tal atrocidad, abogados la pusieron en duda. Los amigos de los violadores miraban video a tiempo real con la hazaña de los cinco degenerados que la violaron, tres jueces la humillaron, muchos hombres vieron el video que pasó a webs pornográficas. Los mismos individuos habían grabado los abusos a una joven inconsciente de burundanga en un coche camino de un pueblo cordobés. No son cinco, son muchos los cómplices necesarios y están en la altas instancia del Estado. Incluso el ministro de Justicia opina que son "penas altas". Otros tienen mujeres, hijos y se ríen con estos cerdos de sus salidas depredadoras.

¿Dónde están las mujeres en la judicatura que deberían alzar la voz? ¿Dónde están las protestas de compañeras del guardia civil? ¿Dónde las explicaciones de sus superiores puesto que era el encargado de atender a las víctimas de violencia de género? ¿Dónde lo castigos ejemplares? Porque yo sólo pienso en cómo debe estar desde ayer la víctima, y odio llamarla así porque es una etiqueta que le han puesto una piara de cerdos exterminables. Ella no era víctima, a ella la han hecho víctima y encima, para hacer más sangrante la cosa, la dejan en ese ghetto miserable para los restos al no hacerle justicia, ni a ella ni a ninguna de nosotras.

No queremos ser víctimas. Es el insulto final. Nos minusvalora como personas. Queremos justicia y si no se nos da, tendremos que plantearnos ejercerla nosotras.

Vosotros veréis qué hacéis, nosotras ya veremos. Y que Darwin, porque no va a ser Dios, reparta suerte.

Y tú, querida hermana nuestra, no estás sola. No lo sientas ni por un momento. Nosotras somos tu manada de lobas furiosas. Hemos perdido el miedo y tú, que todavía estás aterrorizada has de saber que no estás sola. Ya no. Gritaremos contigo, lloraremos contigo, exigiremos justicia contigo. Y la conseguiremos.







domingo, 3 de julio de 2016

Razones para ser una tía chunga






A las mujeres que tenemos cierta edad, incluso en casas donde el fanatismo religioso no era algo demasiado sangrante, nos educaron a veces inconscientemente esperando de nosotras que fuésemos una versión mejorada de nuestras madres. Ya podíamos estudiar pero que nos casáramos, cuidásemos de las casa, del marido, de los hijos que debíamos tener, que trabajásemos fuera de casa aunque tampoco era cuestión de superar al esposo que, en definitiva, y como letras grabadas en piedra, seguía siendo el cabeza de familia.

Naturalmente, no todas dijimos no. Algunas hicieron exactamente lo que se esperaba de ellas. novio en la adolescencia, estudios medios o superiores para ejercerlos o no, y boda temprana porque los hijos hay que tenerlos jóvenes.

Otras, sin embargo, jamás hicimos nada de lo que se esperaba de nosotras. Queríamos llevar vaqueros rotos, chupa de cuero con tachuelas y chapas, botas Martens o militares, queríamos beber, ir a conciertos a participar de la catarsis colectiva de cientos de personas en un estado de ebriedad dionisíaca. Queríamos saber qué eran la alteración de la conciencia, queríamos experimentar sexualmente, queríamos bebernos la vida y caminar por el lado salvaje atisbando que era más interesante que la autopista que te presentaba esa sociedad a la que ya despreciábamos sin que supiéramos las razones exactas del odio.

Las tías chungas follábamos y le partíamos la boca a quien se atreviera a juzgar. Las tías chungas nos reíamos y reímos con los ovarios. Las tías chungas se defienden solas. Las tías chungas se cagan en Dios y beben cerveza como un tío. Las tías chungas tienen más amigos que amigas porque no se horrorizan por un eructo e incluso pueden concursar a ver quién lo hace más bruto.

Las tías chungas vamos a todas partes, las tías chungas son lo mejor que te puede pasar aunque sólo dure una noche porque en la chunguedad hay más autenticidad que en todo el postureo puramente teórico de un aula universitaria. Además, muchas también pasamos por ahí por lo que no sólo somos grandes amantes y confidentes. Somos grandes conversadoras y tías muy divertidas.

Pon una tía chunga en tu vida, amiga.