miércoles, 25 de noviembre de 2015
Como broma, ya está bien
Hoy es el día contra la violencia de género. Llevamos dos semanas con las tasas de feminicidio enloquecidas y no parece que a los poderes públicos les alarme esta contingencia. Menos medios económicos (el austericio impuesto por Merkel y la gran oligarquía financiera) significan menos vigilancia, ergo más mujeres desprotegidas, más hogares sufriendo el infierno de la violencia, menos programas para sacar a esas mujeres e hijos del horror de las palizas diarias.
En un contexto de crisis o depresión, porque las cifras más bien nos hablan de depresión, se vuelve pendularmente al mantra "la mujer a casa y el trabajo para los hombres". Nadie parece darse cuenta de que esta dinámica no tiene marcha atrás. Que nosotras padecemos el paro más que los hombres, que se nos paga menos por un mismo trabajo, que la jornada laboral se hace imposible cuando hay hijos, que ni siquiera nos podemos plantear no trabajar porque aún con dos sueldos no siempre es posible vivir.
El descontento, la íntima certeza de que el Estado nos ha hecho prescindibles no puede hacer sino aumentar la violencia. Esa violencia que debería enfocarse a la clase dominante, se dirige ciega a la mujer, la que comparte el dominio por parte del hombre y por parte de las clases dominantes.
Esto tiene que cambiar, y lo tenemos que cambiar nosotras. Ni una mujer muerta más. Se nos ha acabado la paciencia y no pensamos convertirnos en Ciudad Juárez. Nosotras ya estábamos en Pearl Harbour, hermanas.
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