Ayer, tras meses de espera, cosa que nos hacía temer que el asunto iba a hacer sangre, se leyó la sentencia a la mal llamada "manada" puesto que decirles "piara" ya es tratarlos demasiado bien. Tres jueces que no se ponían de acuerdo en si había consentimiento por parte de la víctima, inmovilizada por cinco armarios en un portal, violada repetidamente por donde ellos quisieron y cuantas veces quisieron.
La mujer fue insultada en la vista. Fue humillada con preguntas improcedentes, humillantes y puramente ofensivas. Uno de los jueces llegó a afirmar que era evidente a la vista del video "que no sufrió dolor", una argumentación que estamos hartas de leer con respecto a los toros, que tampoco sufren cuando los rejonean y vomitan sangre.
El abogado de tres de los violadores dio entrevistas donde profundizaba en la clase de golfa que era la muchacha. Se fue con uno, ¿qué quería? No estaba acuchillada, ¿cómo iba a ser violada? No se negó explícitamente cuando era inmovilizada entre cinco tíos que planifican sus salidas con burundanga, centraminas, cuerdas y cloroformo "porque luego todos queremos violar". Ella no dijo no, quizás porque no dejaban de meterle pollas en la boca. Un abogado que tiene en su haber defender a un abogado maltratador denunciado seis veces por su esposa y que gracias a su "buen hacer" fue absuelto. Su ex esposa debe ponerle velas negras todos los días.
Ella no hizo nada por provocar que la rajasen como a un cerdo ergo consintió aunque fuera un poco, por todo lo cual los tres jueces sentencian:
No fue violación sino abuso sexual según dos de ellos. No fue ni abuso sino robo del móvil según Ricardo Javier González, juez al que querríamos ver por la calle muchas como yo.
Se ríen en nuestra cara, nos insultan, nos humillan, nos niegan justicia... ¿Cuántas opciones nos quedan? Pocas, porque no podemos aguantar un segundo más, porque todas sabemos lo que hemos vivido desde niñas o adolescentes, porque sabemos que a nosotras sí nos pasa, porque sabemos que nos meten mano, que nos insultan si nos negamos a aceptar las chorradas de un ligón, porque vamos con el puño cerrado por la calle, y si podemos, con un puño americano, jugándonos una detención si nos pillan los agentes de la ley, otro eslabón necesario en este estado podrido de cosas.
Cinco machos violaron en Pamplona a una chiquilla incapaz de temer tal atrocidad, abogados la pusieron en duda. Los amigos de los violadores miraban video a tiempo real con la hazaña de los cinco degenerados que la violaron, tres jueces la humillaron, muchos hombres vieron el video que pasó a webs pornográficas. Los mismos individuos habían grabado los abusos a una joven inconsciente de burundanga en un coche camino de un pueblo cordobés. No son cinco, son muchos los cómplices necesarios y están en la altas instancia del Estado. Incluso el ministro de Justicia opina que son "penas altas". Otros tienen mujeres, hijos y se ríen con estos cerdos de sus salidas depredadoras.
¿Dónde están las mujeres en la judicatura que deberían alzar la voz? ¿Dónde están las protestas de compañeras del guardia civil? ¿Dónde las explicaciones de sus superiores puesto que era el encargado de atender a las víctimas de violencia de género? ¿Dónde lo castigos ejemplares? Porque yo sólo pienso en cómo debe estar desde ayer la víctima, y odio llamarla así porque es una etiqueta que le han puesto una piara de cerdos exterminables. Ella no era víctima, a ella la han hecho víctima y encima, para hacer más sangrante la cosa, la dejan en ese ghetto miserable para los restos al no hacerle justicia, ni a ella ni a ninguna de nosotras.
No queremos ser víctimas. Es el insulto final. Nos minusvalora como personas. Queremos justicia y si no se nos da, tendremos que plantearnos ejercerla nosotras.
Vosotros veréis qué hacéis, nosotras ya veremos. Y que Darwin, porque no va a ser Dios, reparta suerte.
Y tú, querida hermana nuestra, no estás sola. No lo sientas ni por un momento. Nosotras somos tu manada de lobas furiosas. Hemos perdido el miedo y tú, que todavía estás aterrorizada has de saber que no estás sola. Ya no. Gritaremos contigo, lloraremos contigo, exigiremos justicia contigo. Y la conseguiremos.
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